Pinceladas Esther

Pinceladas Esther
La riqueza de cada casa está en la capacidad de sus habitantes y de dejarnos sorprender por la vida, cada situación requiere esfuerzo. Abrir cajar y armarios siempre remueve la historia compartida y prepara para lo que está por llegar.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Una vez más esta noche al escuchar estas palabras me conmueve el pensar en cuantas veces no GASTAMOS LA VIDA, la desperdiciamos, sí, pero no la gastamos ofreciendo lo que somos a los que nos rodean.

En este momento que vivimos, gastar la vida es imprescindible para crear un mundo habitable para todos.

Como bien se dice y tanto han trabajado los centros sociales inspirados por la espiritualidad ignaciana hay que pasar de la hostilidad a la hospitalidad, para poder convivir unos con otros.

Os dejo esta bella oración de Luis Espinal para reflexionar y empezar a GASTAR LA VIDA de verdad.

Señor Jesucristo, 
nos da miedo gastar la vida. 
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla; 
no se la puede economizar en estéril egoísmo.

Gastar la vida es trabajar por los demás, 
aunque no paguen, 
hacer un favor al que no va a devolverlo; 
gastar la vida es lanzarse aun al fracaso, si hace falta, 
sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo. (...) 

Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, 
y falsa teatralidad. 
La vida se da sencillamente, sin publicidad, 
como el agua de la vertiente, 
como la madre da el pecho a su wawa, 
como el sudor humilde del sembrador. (...) 

El futuro es un enigma, 
nuestro camino se interna en la niebla; 
pero queremos seguir dándonos, 
porque Tú estás esperando en la noche con mil ojos rebosando lágrimas.

                                                                                         Luis Espinal


miércoles, 2 de noviembre de 2016




"Fiesta de los amigos de Dios, es decir, de todos los hombres y mujeres, que nos han precedido y que han hecho posible que seamos lo que somos"

Así iniciaba su texto en este día de Todos los Santos Xavier Pikaza, y así me gusta pensar en todos estos hombres y mujeres de Dios que decidieron vivir de manera plena su vida, conscientes de que la mejor forma de vivirla era teniendo por estandarte el amor y siguiendo ese testamento vital que son las bienaventuranzas.

Sí, hombres y mujeres que vivían plenamente conscientes de todo lo que les rodeaba, mirando, escuchando, ... acercándose a sus hermanos, siendo "testigos de lo humano" como lo hizo Jesús en su vida.

Quizás si miramos nuestra historia personal descubriremos alguna persona que nos dio luz en algún momento, cuando la necesitamos, nos tendió su mano, nos dedicó esa sonrisa que nos hizo cambiar nuestro humor aquel día. Busquemos en nuestra historia y agradezcamos esa vivencia de santidad, de la mano de alguien que quizás para nosotros no tiene ni nombre.

Demos gracias por tantas mujeres y hombres que nos han acompañado en nuestra vida y seguramente son anónimos para la mayoría. Sigamos su ejemplo, seamos nosotros también amigos de Dios.