Esta frase de San Vicente de Paul podemos encontrarla en muchas de las casas donde hay presencia de las hijas de la Caridad, durante algún tiempo la leía y no conseguía entenderla.
Afortunadamente pude formar parte de la Obra Social Santa Luisa de Marillac
en la Barceloneta durante un tiempo, donde aún pude conocer a Sor Genoveva, ya
mayor pero activa y entregada a lo más importante, a estar al lado de aquellos
que no tienen a nadie.
Sor Genoveva vivía encarnando el amor de Dios, es decir concretando
constantemente ese “amaos los unos a los otros como yo os he amado” en nuestro día
a día.
Sor Genoveva hacía que cada persona se sintiera “hija predilecta” de Dios
cuando se encontraba con ella, sus manos acariciaban a cada persona haciéndola
sentir única en el momento, cuando te hablaba lo hacía consciente de que entrar
en el otro es hacerlo en tierra sagrada y lo hacía con sumo respeto y
cariño,... seguramente este gesto hacía que tantas personas le abrieran su
corazón y su vida.
Junto a Sor Genoveva uno sentía la ternura de Dios actuando en uno mismo,
siempre se acercaba a los que encontraba mientras se dirigía a su despacho y
nos daba dos cariñosos besos, y siempre tenía una palabra adecuada para iniciar
el día.
La navidad pasada el papa Francisco nos decía “Dejemos que nuestro corazón
se conmueva, se enardezca con la ternura de Dios; necesitamos sus caricias. Las
caricias de Dios no producen heridas, las caricias de Dios nos dan paz y
fuerza, necesitamos las caricias de Dios.”
Sor Genoveva se dejó conmover por la realidad que la envolvía, supo ver la
grandeza de cada ser humano y supo ser la ternura de Dios para muchas personas,
fue ungüento para muchas heridas, sus caricias sanaron mucha vida y
posibilitaron muchas oportunidades para aquellas personas a las que la sociedad
muchas veces ignora.
Sor Genoveva ha sido para muchos de los que hemos tenido la suerte de
conocerla la concreción de una forma de estar y de acompañar, sabiendo poner en
el centro a la persona con una amplia mirada de misericordia, viviendo en
profundidad aquello que nos dice el Evangelio de Mateo: “cuanto hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Al ver a sor Genoveva uno no puede dejar de entender aquel “Sólo por tu amor, por tu amor únicamente,
te perdonarán los pobres el pan que tú les das” porque ella era ese amor
encarnado y vivido en plenitud, dado a toda aquella persona a la que se
acercara.
Esther Borrego Linares
Trabajadora Social, coordinadora Espai Vincles Rosalia Rendu
Articulo publicado el 26 de Julio 2015 en Catalunya Cristiana
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