Hoy recordamos que todo lo que sucedió no fue por casualidad, por destino… simplemente porque tenía que ocurrir… No aquello también fue consecuencia del comportamiento de algunos hombres y mujeres.
Sí, hubo un amigo de Jesús, uno de los que él escogió para que le acompañara para que compartiera vida y camino con él que decidió anteponer su bienestar inmediato a la amistad, a la relación personal, a la confianza que Jesús puso en él.
Nunca sabremos que hubiera sucedido si Judas hubiera actuado diferente, si en lugar de aceptar las 30 monedas, las hubiera rechazado.
Ni tampoco como hubiéramos reaccionado al ver las consecuencias de lo que hemos hecho o dejado de hacer, porque también lo que no hacemos tiene consecuencias.
El miedo, la inseguridad puede ser causa de muchas actitudes que, lo único que consigue es hacernos sentirnos peor, y entramos en un ciclo sin fin. A no ser que decidamos escuchar nuestro corazón y ser quién podemos llegar a ser, viviendo en plenitud.
¿Qué hubiéramos hecho nosotros?
O mejor aún ¿qué hacemos ante situaciones similares?
Cuando podemos compartir un rato en familia, o entretenernos en alguna cosa: deporte, tecnología, …¿qué hacemos?
O cuando compramos lo hacemos en empresas que cuidan a su personal, o por comprar más barato no miramos si tienen a niños y niñas trabajando o otras cosas similares.
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