“Aprovechábame a mí ver campo, agua o flores; en estas cosas encontraba yo memoria del Creador, quiero decir que me despertaban y me recogían y me servían de libro”. STJ (V 9, 5)
Quizás si contemplaramos más nuestro entorno, con ojos de sorpresa y admiración también nosotros podríamos despertar en nuestro interior esa capacidad de observar y agradecer internamente lo creado y tanto bien recibido.
Al observar la belleza natural que nos rodea, dejarse penetrar por los sonidos de la vida, por sus fragancias uno no puede más que maravillarse y querer guardarlos siempre abiertos en su interior.
Dediquemos un tiempo a esta contemplación.
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