"No os llamo siervos sino amigos"
Aquella noche quiso cenar con sus amigos, con aquellos que le habían seguido y acompañado durante casi tres años. Aquellos que, aún sin entender muchas cosas, recorrieron caminos con él.
Aquella noche celebró una gran fiesta y por ello lo hizo ciñéndose una toalla y lavando los pies de cada uno de sus amigos.
Aquella noche nos dejaría su gran mensaje, su gran testamento vital "amaos los unos a los otros como yo os he amado".
Aquella noche, en aquella cena, en la intimidad del que se sabe rodeado de aquellos que le aman a pesar de todo, les llamó amigos... y con ello les hizo el gran regalo de confirmarles su capacidad y su deber de continuar lo que Él había iniciado.
Sí, a sus amigos, les dono la capacidad de servir desde el amor a aquellos que tenemos cerca.
¿A qué esperamos?
En todo servir y amar, nos dice San Ignacio.
"No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho..." dirá Santa Teresa.
Y nosotros siglos después aún nos preguntamos ¿Qué quiso decirnos?
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