503 años ¡Felicidades!
Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
En este Jueves Santo quizás podemos interiorizar esta bella poesía de Teresa de Jesús, y retomar el discurso de la fraternidad del evangelio de Juan...
Con la única intención de compartir momentos de vida que me han acompañado y hecho crecer con aquellos que quieran leerlos, contemplarlos,... Agradeciendo todo lo vivido y aprendido en el caminar diario por este mundo.
Pinceladas Esther
jueves, 29 de marzo de 2018
"No os llamo siervos sino amigos"
Aquella noche quiso cenar con sus amigos, con aquellos que le habían seguido y acompañado durante casi tres años. Aquellos que, aún sin entender muchas cosas, recorrieron caminos con él.
Aquella noche celebró una gran fiesta y por ello lo hizo ciñéndose una toalla y lavando los pies de cada uno de sus amigos.
Aquella noche nos dejaría su gran mensaje, su gran testamento vital "amaos los unos a los otros como yo os he amado".
Aquella noche, en aquella cena, en la intimidad del que se sabe rodeado de aquellos que le aman a pesar de todo, les llamó amigos... y con ello les hizo el gran regalo de confirmarles su capacidad y su deber de continuar lo que Él había iniciado.
Sí, a sus amigos, les dono la capacidad de servir desde el amor a aquellos que tenemos cerca.
¿A qué esperamos?
En todo servir y amar, nos dice San Ignacio.
"No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho..." dirá Santa Teresa.
Y nosotros siglos después aún nos preguntamos ¿Qué quiso decirnos?
Aquella noche quiso cenar con sus amigos, con aquellos que le habían seguido y acompañado durante casi tres años. Aquellos que, aún sin entender muchas cosas, recorrieron caminos con él.
Aquella noche celebró una gran fiesta y por ello lo hizo ciñéndose una toalla y lavando los pies de cada uno de sus amigos.
Aquella noche nos dejaría su gran mensaje, su gran testamento vital "amaos los unos a los otros como yo os he amado".
Aquella noche, en aquella cena, en la intimidad del que se sabe rodeado de aquellos que le aman a pesar de todo, les llamó amigos... y con ello les hizo el gran regalo de confirmarles su capacidad y su deber de continuar lo que Él había iniciado.
Sí, a sus amigos, les dono la capacidad de servir desde el amor a aquellos que tenemos cerca.
¿A qué esperamos?
En todo servir y amar, nos dice San Ignacio.
"No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho..." dirá Santa Teresa.
Y nosotros siglos después aún nos preguntamos ¿Qué quiso decirnos?
miércoles, 7 de marzo de 2018
Rendijas de luz
Hace unos días pensaba en la importancia que
tiene una rendija de luz. Muchas veces, en nuestras sociedades, como solo hemos
de abrir un interruptor y ya tenemos iluminada la habitación donde nos
encontramos, no pensamos en ello.
Pero cuando uno ha podido viajar y estar en
sitios donde la luz eléctrica no es tan accesible, sí piensa en ello.
Bien, pues observando esto, caí en la cuenta
que así como la oscuridad no es más que la ausencia de luz, cuando uno está en
una habitación cerrada solo necesita que se abra un pequeño agujero por donde
pueda entrar un rayo de luz, por pequeño que sea, y ya no está en la oscuridad.
Pensemos en el Panteón de Roma iluminado por
un agujero en el techo y nada más. Toda la luz de aquel maravilloso espacio
entra por este agujero del techo, tan sencillo y sorprendente, y nos permite
gozar de su belleza.
Pues bien, esta imagen nos puede servir para
reflexionar en cómo podemos ofrecer un poco de esperanza allá donde muchas
veces puede parecer que no la hay. Nuestras sociedades acomodadas, por mucho
que nos quejemos, pueden ofrecer una rendija de luz a otras realidades que viven
situaciones mucho más desfavorecidas, y si nos paramos a pensar, para nosotros
no supone mucho esfuerzo.
Hace un tiempo, con unos conocidos hicimos una
pequeña asociación para colaborar con un hogar de niños huérfanos que tenían
VIH-Sida. Durante siete años ofrecimos nuestra colaboración a fin de mejorar la
calidad de vida de aquellos niños y niñas, y para ellos fue un regalo.
Colchones, ventiladores, una cocinera,
excursiones, mejora de la casa… y, lo más importante, la leche de todo un año
para facilitar la toma de la medicación que nadie financiaba. Y todo eso, que
para ellos fue de vital importancia, a nosotros no nos supuso ningún esfuerzo.
Son muchas la veces que si parásemos a pensar
en el beneficio que los otros pueden obtener de lo que nosotros, sin darnos
cuenta, podemos aportar, no dejaríamos de hacerlo nunca.
Sí, como la luz del Panteón, que entra por
aquel agujero del techo y todos los que hemos visitado el edificio contemplamos
sus paredes, suelo techo… sin pensar, solo agradeciendo la belleza que
observamos. Pero muchas veces lo que hacemos es tapar el agujero a fin de que
no entre agua, o porque quedará más bonito y ya pondremos luces o por los
motivos que encontramos más adecuados eliminamos la rendija que ilumina la
esperanza.
Nuestro mundo necesita muchas rendijas de luz,
de esperanza y cada uno de nosotros podemos ser una de ellas sin esforzarnos,
solo queriéndolo ser.
https://www.ambitmariacorral.org/2018/03/rendijas-de-luz/
Escletxes de llum
Fa uns dies pensava en la importància que té
una escletxa de llum. Moltes vegades, en les nostres societats, com que només
hem d’obrir un interruptor i ja tenim il·luminada l’habitació on ens trobem, no
hi pensem en això. Però quan un ha pogut viatjar i estar en llocs on la llum
elèctrica no és tan accessible, sí que hi pensa.
Bé, doncs observant això, vaig caure que així
com l’obscuritat no és més que l’absència de llum, quan un està en una
habitació tancada només cal que s’obri un petit forat per on pugui entrar un
raig de llum, per petit que sigui, i ja no estem a les fosques.
Pensem en el Panteó de Roma il·luminat per un
forat al sostre i res més. Tota la llum d’aquell meravellós espai entra per
aquest forat al sostre, tan senzill i tan sorprenent, i ens permet gaudir de la
seva bellesa.
Doncs bé, aquesta imatge ens pot servir per
reflexionar en com podem oferir una mica d’esperança allà on molts cops pot
semblar que no n’hi ha. Les nostres societats benestants, per molt que ens
queixem, poden oferir una escletxa de llum a altres realitats que viuen
situacions molt més desafavorides, i si ens parem a pensar, per a nosaltres no
suposa massa esforç.
Fa temps, amb uns coneguts vàrem fer una
petita associació per col·laborar amb una llar de nens orfes que tenien
VIH-Sida. Durant set anys vàrem oferir la nostra col·laboració per tal de
millorar la qualitat de vida d’aquells nens i nenes, i per a ells va ser un
regal.
Matalassos, ventiladors, una cuinera,
excursions, millora de la casa… i, el més sorprenent, la llet de tot un any per
facilitar la presa de la medicació que ningú els hi finançava. I tot això, que
per a ells va ser de vital importància, a nosaltres no ens va suposar gens
d’esforç.
Són moltes les vegades que si paréssim a
pensar en el benefici que altres poden obtenir del que nosaltres, sense
adonar-nos, podem aportar, no deixaríem mai de fer-ho.
Sí, com la llum del Panteó, que entra per
aquell forat del sostre i tots els qui hem visitat l’edifici contemplem les
seves parets, terra, sostre… sense pensar-hi, només agraint la bellesa que
observem.
Però moltes vegades el que fem és tapar el forat per tal que no entri
aigua, o perquè quedarà més maco i ja hi posarem llums o pels motius que trobem
més adients eliminem l’escletxa que il·lumina l’esperança.
El nostre món necessita moltes escletxes de
llum, d’esperança i cadascú de nosaltres en podem ser una sense ni tan sols
esforçar-nos, només volent-ho ser.
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