Anselm Grün
Cuando entramos en contacto con el dolor ajeno, con la carencia nuestra primera y mejor intención es hacer que el otro se sienta bien, pueda mejorar su situación,... pronto nos damos cuenta que no lo podemos todo, que no podemos satisfacer al otro en todas sus necesidades y en ocasiones que no todo lo que nos expresa es tan necesario como parece.
Para poder acompañar a otra persona lo mejor es hacerlo con otros, en grupo, esto enriquece el vinculo y por supuesto abre la única posibilidad de que la otra persona empiece a tener experiencias positivas que le abran una puerta a la confianza de que hay un cambio posible en su recorrido vital. De lo contrario, como no somos seres ilimitados, continuaremos ofreciendo experiencias negativas a esa persona, aun haciéndolo con la mejor de las intenciones.
Quizás un buen inicio puede ser observarnos, conocernos, explorar nuestro interior y como nos relacionamos... y preparar cualquier encuentro con el otro.
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