HAY QUE SABER MARAVILLARSE
Por Esther Borrego Linares
Yassine era
uno de esos casos diferentes, especiales, entrañables…, y muy difícil. Una
persona con dificultades de adaptación y de aprendizaje, muy
desconfiada. Había llegado con trece años desde su país, y luego llegó a
Barcelona, después de conocer varios centros residenciales de menores por todo
el Estado.
Ahora
está en Itaca, donde viven un grupo de personas que por distintas situaciones
se han encontrado en la calle y pasan un tiempo con nosotros. Todos vivirán un
tiempo aquí para trabajar algunos objetivos que les permitan una mayor
autonomía, pero a veces hay personas en situaciones más que especiales, como
era el caso que os cuento.
Por la
mañana, cuando voy hacia el piso, siempre que el tiempo me lo permite, paseo
cambiando el recorrido por las calles del casco antiguo, contemplando sus
edificios: la Plaza del Rey, la Catedral, la antigua muralla, y así encuentro
el edificio de Correos, una maravilla de la época, justo en frente del piso.
Hace un
año, caminando hacia Itaca y mirando a los balcones, al llegar de buena mañana
presencié una imagen que todavía hoy me conmueve. Yassine estaba mirando hacia
arriba, su mirada al horizonte hacía pensar que estaba ante el paisaje más
maravilloso que nunca hubiera visto, tenía una amplia sonrisa de oreja a oreja
y su cara transmitía serenidad, tranquilidad, confianza, felicidad…
¡Qué
suerte sentir estas sensaciones estando en casa, un día normal, laborable,
además, viviendo una situación que no es deseada por nadie! Poder abrir los
ojos y recibir lo que tenemos delante como lo mejor que existe, el que más
posibilidades tiene y como el mejor regalo que hubiésemos recibido nunca.
¿Y no
es exactamente eso lo que tenemos delante cada día? Levantarnos, ver el sol,
sabernos vivos, poder respirar… tener a alguien para quien somos importantes,
alguien que nos espera… querer a alguien, poder abrazar a los amigos…
Al
vivir este episodio tuve clara una idea que hacía mucho tiempo que me rondaba
por la cabeza: «La vida es una maravilla, pero hay que saber maravillarse».
Porqué, ¿saben lo que Yassine veía desde su balcón? El edificio de Correos de
la Vía Laietana no era el mejor paisaje para nadie más que para él en ese
momento y no precisamente desde un punto de vista arquitectónico.
Esther Borrego Linares
Trabajadora Social
(publicado en Marzo 2014
Ambito de investigación y difusión María Corral)
Sorprendentemente hace unos días nos vimos y, a pesar, de estar más "perdido" tu cara se iluminó con esa amplia sonrisa al verme y pudimos darnos un fuerte abrazo, de esos que reparan el dolor interno, espero que tu también lo sintieras así.
¡¡¡Ojalá pudiera sanar todo tu dolor en un abrazo!!!
Espero que nos veamos de nuevo muy pronto y ojalá sea para encontrar tu lugar.
Un abrazo muy muy fuerte.
Sorprendentemente hace unos días nos vimos y, a pesar, de estar más "perdido" tu cara se iluminó con esa amplia sonrisa al verme y pudimos darnos un fuerte abrazo, de esos que reparan el dolor interno, espero que tu también lo sintieras así.
¡¡¡Ojalá pudiera sanar todo tu dolor en un abrazo!!!
Espero que nos veamos de nuevo muy pronto y ojalá sea para encontrar tu lugar.
Un abrazo muy muy fuerte.